jueves, 22 de noviembre de 2018

Proyecto Lector

Proyecto Lector
El libro elegido es “Los peligros de fumar en la cama” Mariana Enriquez, un libro de cuentos de terror publicado en 2015. Elegí siete cuentos para leer, estos son:
-”El desentierro de Angelita”: Una chica desentierra una caja con huesos, ¿Huesos de gallina? No, humanos. Estos traen problemas, o mejor dicho, un “espíritu” que persigue a la relatora.
-”El Aljibe”: Una chica totalmente opuesta a su familia, no le tiene miedo al mundo, pero su mamá y su hermana se esconden debajo de las sabanas. Con solo una bruja y un aljibe todo se da vuelta.  
-”Los niños que faltan”: Ella trabaja en el Centro de Gestión y Participación que quedaba debajo de la autopista en Parque Chacabuco, ve cara de niños que desaparecen todos los días, o que reaparecen muertos, pero ¿qué va a pasar cuando empiecen a aparecer vivos, sin un cambio?
-”Los peligros de fumar en la cama”: Ella está deprimida, no sabe qué hacer con su vida más que  masturbarse, lo cual ya no causa sensación alguna, fumar acostada y quemar sus sábanas con su cigarrillo, para crear su propio cielo estrellado.
-”El carrito”: Un mendigo aparece en un barrio con un carro lleno de mierda, cuando lo echan a patadas de ahí, su venganza no pasa desapercibida, salvo por una familia, que tenía una madre con un corazón bueno que les salvó la vida.
-”La Virgen de Tosquera”: Un grupo de amigos, unidos por los celos y la atracción, visitan una tosquera frecuentemente, hasta que llegó su última, Natalia no aguantó sus celos y mandó a los perros al ataque.
-”Corazón”: Ella está obsesionada con los corazones que tienen un desperfecto, una enfermedad, hasta que encuentra uno del que se enamora, con el que se obsesiona.

Todos los cuentos están basados en la Ciudad de Buenos Aires. En tres de estos cuentos aparece un factor que le da clímax a estos cuentos, la “magia”, en “El Carrito”, “La Virgen de la Tosquera” y “El Aljibe”, podemos observar la maldad y la desesperación de alguien por un sentimiento que puede llegar a provocarle un mal al otro. En “Los niños que faltan” y “El desentierro de Angelita” observamos como muertos “reviven” o al menos son visibles para la gente, tanto angelita como varios de los niños que reaparecen estaban muertos. En los últimos dos cuentos “Los peligros de fumar en la cama” y “Corazón” aparece la excitación, ambas se masturban, a una ya no le causa nada, mientras que a otra, cada vez que escucha un corazón imperfecto le genera todo.
Estos cuentos me parecieron muy bien relatados, creaban una sensación que te hacía sentir que estabas presente en el acto o que te lo estaba contando a vos mismo la misma relatora. En alguno de estos me pareció demasiado explícita la explicación o simplemente no me gustó de qué se trataba, pero en otros como por ejemplo, “Los niños que faltan” la narrativa era muy buena y era una historia intrigante.

Luego de leerlo había que hacer una producción que podía ser escrita, un dibujo, un collage, entre otras, yo elegí un relato escrito mezclando las 7 historias de distintas maneras.


Me atormentan las historias del pasado
Es una mañana de invierno, estoy yendo para el trabajo y veo que que el colectivo va por otro lado, no haciendo el recorrido habitual, me pareció normal, pero después, el desvío de una cuadra, se vuelve dos, tres, cuatro, el barrio entero, en el cual, quedaba mi trabajo, el Centro de Gestión y Participación que quedaba debajo de la autopista en Parque Chacabuco. Admito que, aunque ganaba bien, la zona no era muy linda. Me bajé en la primer parada siguiente al barrio, antes de bajar, el chofer me dijo sonriendo nerviosamente:
-Espero volverte a ver mañana
Le sonreí incómodamente, pensando “que viejo pajero” me bajé lo más rápido que pude, apenas termine de bajar, se fue a las chapas.
Empiezo a caminar y todo aparentaba peor de lo normal, más vacio, más sucio, ni que el barrio fuera Palermo Soho, pero me atrevería a decir, que parecía una villa. A medida que caminaba por las calles escuchaba cosas como “Es el carrito de mierda, el carrito del villero” o “es el carrito, es culpa del viejo, hay que ir a buscarlo, vamos, cagones de mierda, nos hizo una macumba”. Macumba, MACUMBA, salí corriendo lo más rápido que pude, no me daba el aliento, sentía que se me salían los pulmones por la boca, pero no podía parar. Las 5 cuadras que corrí, todo lo que se me cruzaba por la cabeza era la voz de La Señora diciendo “El Santito dijo que no te iba a atacar tanto, porque estabas pura vos. Pero el Santito me mintió, o yo no le entendí bien.”. Nunca estuve tan desesperada en mi vida, tan desesperada por estar rodeada de desconocidos en un barrio desconocido, en donde pueda respirar, sin importar los nervios que me generaba la gente y los lugares desconocidos.
Llegué a una avenida, no estaba segura de cual era, pero considerando que no sabia donde estaba, no me era sorpresivo. Saque mi celular de la cartera, desesperada, tan desesperada que se me caía de las manos. Respire hondo y llamé a Pedro, un periodista que se especializaba en los secuestros de niñas para prostitución, y hacia investigaciones que después publicaba como crónicas especiales, muy largas y detalladas, mi novio, llamé cuatro veces hasta que atendió.
-Hola lin…
-Pedro, por favor buscame, te mando la ubicación y pasame a buscar. Por favor. - Le grité desesperadamente, casi llorando
-Bueno, bueno. ¿Qué pasó?
-Te explico cuando vengas, por favor, apurate.
Corté, le mande mi ubicacion en vivo y me senté en el cordón de una calle, quería calmarme un poco antes que llegara. ¿Contarle todo lo que me pasó gritando como una loca? Ni chances. Estaba sentada mirando el cielo, pensando en todo, menos en lo que acababa de ocurrir. Bajé un segundo la vista porque escuche a una mujer gritar. Miré para el lado del que parecía venir un sonido y veo una mujer, tenía los ojos cansados, ojeras bien marcadas. Detrás de ella venía una… ¿nena? O eso parecía, una nena del tamaño de un bebé, parecía irreal, como que se estaba pudriendo. Ví y viví tantas cosas que, una nena extraña, seguramente maquillada, o disfrazada, no me movía ni un pelo. Aunque no me generó ningún miedo mayor, todavía siento escalofríos, y no puedo pasar por una juguetería sin sentir que las muñecas de la vidriera me miran fijamente. Empecé a caminar por las cuadras, Pedro iba a tardar un buen rato, estaba en Canning cubriendo el caso de una chica perdida, Vanadis, era la chica mas linda que vi en mi vida, había aparecido un vídeo de ella siendo cargada, estaba muerta, o eso creía… Mirándome en una vidriera, vi en el reflejo, sentada en el cordón de enfrente, a Vanadis, igual que cuando desapareció, hace años, ya no estaba mas muerta, estaba sana y salva, no tenía sentido. Me di vuelta y la miré fijo y le grité:
-¿Vanadis? ¿Sos vos? - Dije cruzando la calle.
-Sí, ¿qué pasó? - me respondió mirándome con cara de irritada.
-¿Adonde te estas quedando?
-En la esquina del pasaje Igualdad en el barrio Cafferata de Parque Chacabuco, una casa pintada de rosa.
-Ahh, bueno, que bueno verte. - dije ya caminando para el lado contrario al que se encontraba.
Cuando ya estaba a una distancia razonable saque mi celular y marqué 911. Cuando atendieron expliqué la situación, les dije quien era y dijeron que mandaban un patrullero. Me quedé esperando a que llegara el patrullero, más que para asegurarme de que llegara, para asegurarme de que Vanadis no se vaya. Una vez que llegó el patrullero, me fui, mientras caminaba por la cuadras poco transitadas pensaba en qué extraño es este día, miré mi celular para fijarme la fecha, si no era martes 13 o viernes 13, porque con el día que vengo teniendo no se ni que mes es. Miro y no, no es ni martes 13 ni viernes 13, es miércoles 24 de junio, ni cerca del 13.
Empezaron a llegarme mensajes, muchos mensajes, no dejaba de sonar mi celular, miré y era Pedro, me decía que había aparecido Vanadis y que cuando le preguntaron adonde se estaba quedando le dijo que en la esquina del pasaje Igualdad en el barrio Cafferata de Parque Chacabuco, una casa pintada de rosa con los chicos y que cuando preguntaron que chicos señaló el cartel de los chicos perdidos, los casos resueltos, porque aparecieron muertos y los que no fueron encontrados todavía. Ni le respondí, solo me diría más detalles y no estoy teniendo un buen día como para que me cuente más sobre lo paranormal que es el 24 de junio.
Cuando me di cuenta dónde estaba, había llegado a una plaza, llena de árboles con unas espinas de unos 3 centímetros, palos borrachos para ser exacta, y de plantas llenas de espinos, no entiendo de qué se trata esto, pero cuando me doy vuelta veo una capilla chiquita con una estatua en el medio, cubierta con algo que parecía una sabana quemada con cigarrillos, me resultaba conocida, cuando me acerque me di cuenta que era, era la estatua de una mujer roja con pezones negros, y que al lado tenía una estampita con una foto de El Santito. Cuando me di cuenta quise salir corriendo, pero parecía que tenía estacas en los pies. Me empecé a poner nerviosa, el corazón me latía rápidamente, tan rápidamente que escuchaba el latir de mi corazón en los oídos, pero no era normal, se notaba raro, anormal. Empecé a gritar, pensé que me moría, sentía que se me iba a salir el corazón del pecho. Como si la tortura no fuese suficiente, se escuchaban ladridos, cada vez más cercanos, no eran los ladridos amigables de los perros cuando no les das su juguete, eran ladridos de rabia, como si perros guardianes hubiesen visto Ladrones, miré para todos lados y no había nada, pero cada vez se sumaban más ladridos y ahora, ya se escuchaban gruñidos, pero seguía sin ver perros. Cerré los ojos, solo podía pasarme una de dos cosas, era todo producto de mi imaginación y estaba parada como una boluda en el medio de una plaza gritando, o había llegado mi hora, El Santito ya no me tenía piedad, me iba a morir. De la nada, todo cesó, solo se escuchaba el batir de las hojas con el viento, abrí los ojos, confiada de que era una trampa más, que ya había muerto, pero me encontré con una simple capilla de la virgen María, con estampitas, pero de Jesús. La plaza estaba llena de plantas, plantas sin espinas, con flores, y de árboles altos y llenos de hojas verdes brillantes. Miré para todos lados, seguro las personas pensaban que estaba loca, pero no había nadie, solo un perro callejero, que no parecía molestarle mi presencia. Empecé a correr, intentando entender que me estaba pasando, qué carajo estaba pasando. Llegando a una esquina me choco con alguien y caigo al piso, mareada, del golpe, del miedo, de tanto pensar.
-¡Juani!- me gritó una voz conocida.
Abrí los ojos y vi que era Pedro, lo abracé, llorando desconsoladamente.
-Juani, ¿qué pasó? ¿te hizo algo alguien?
-Pe… Pedro - no termine mi oración, no tenía aliento.
Pedro me ayudó a caminar hasta el auto, me sentó y me puso el cinturón. No podía hablar, no tenía las fuerzas, ni las ganas. Después de un viaje corto pero silencioso, tan silencioso que incomodaba, llegamos al departamento de Pedro. Entré y me senté en el sillón, callada, shockeada, seguro parezco poseída, pero es que no puedo hablar, no encuentro las palabras para explicar lo que me pasó.
-¿Querés ducharte tranquila y después me contadas todo lo que te pasó? - me pregunto mientras me traía un vaso de agua.
Asentí con la cabeza.
Fui al baño y me metí en la ducha, no hice más que estar parada debajo del agua helada intentando asimilar todo lo ocurrido.
Al rato siento que tocan la puerta del baño, suponiendo que era Pedro no dije nada, devuelta tocan la puerta, capaz piensa que no quiero que pase.
-Pasa Pedro, ya sabes que no tenes que tocar la puerta, hay cortina. -dije con un tono que se notaba que estoy irritada.
Siento como la puerta se abre pero no lo escucho a Pedro. Veo su sombra en la cortina de la ducha y le preguntó sarcásticamente:
-¿Perdiste algo?
De repente, siento como me envuelve la cortina de la ducha, casi asfixiándome. Unos brazos fuertes me empiezan a apretar y van subiendo, de mi cintura, a medida que suben aprietan cada vez más fuerte. Mi cuello, llegó a mi cuello y empezó a apretar más fuerte, siento como me estoy quedando sin aire, se me está nublando la vista, y todo lo que puedo pensar en este momento es en mis ganas de que todo esto termine. Logro respirar suficiente aire para decirle:
-Mátame
Me suelta de golpe, casi como si con lo que dije le saqué las ganas de matarme, y caigo en la bañera.
Dejé pasar un rato, capaz sigue acá pensaba, pero ahora me parecía un buen momento para salir de este enredo.
Me empecé a sacar la cortina de la ducha, todo parecía normal, como si nada hubiese pasado. Abro la puerta del baño despacio, cuando la terminó de abrir lo veo a Pedro, cocinando, tranquilo, como si nada hubiese pasado, pero refunfuña “para que lee estos libros esta piba, después está toda paranoica”
y cuando se da cuenta que abrí la puerta se da y vuelta me dice:
-¿Estás mejor?
Asiento con la cabeza, no entiendo nada, no entiendo como no escuchó todo, como no sospechó con lo que tardé. Vuelvo al baño, estaba todo empañado, me había bañado con agua fría, pero igual, no se como, ni porque, estaba todo empañado. Vuelvo a poner la cortina de la ducha. Me doy vuelta para mirarme al espejo y escrito en él dice:
“Por esta te salvaste. -E.S”
El Santito, EL SANTITO, fue él.

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